Si el día anterior a la charla que nos dió Miguel Luengo alguien me pregunta qué es exactamente el concepto de Design Thinking, que tan de moda se ha puesto en los últimos tiempos, probablemente le habría contestado con total convencimiento, elaborando una explicación convincente y con cierto rigor (apoyándome en la teoría estudiada en clase y en la puesta en práctica que estamos haciendo durante este ingenia), pero no habría dado en el clavo de lo que realmente es Design Thinking.
Las personas tendemos a aprender a hacer algo y a repetirlo constantemente. Somos "ahorradores de esfuerzo" por naturaleza. En relación con esto, existe un riesgo evidente a la hora de aplicar un método para la resolución de la problemática que sea, que no es otro que repetir ese método perdiendo el motivo o la raíz que dió lugar a la creación del mismo. Y esto, en cierto modo, ocurre frecuentemente con el Design Thinking.
Una tentación que se puede tener a la hora de aplicar Design Thinking en la resolución de un problema es el de aplicarlo sin tener en mente por qué se está aplicando cada fase del proceso (las fases se muestran en la figura anterior). Por ejemplo, hacer un brainstorming porque en esa fase del proceso "toca hacer un brainstorming" o hacer una serie de entrevistas a no se sabe bien quién para conseguir una información (no se sabe bien cuál) y preguntando una serie de preguntas típicas y estándares, todo esto con el fin de empatizar con el otro (frecuentemente el cliente) para conseguir una solución (o un producto) más satisfactorio para él. Detrás del método del Design Thinking hay una serie de conceptos que van mucho más allá y que son mucho más importantes que la aplicación del propio método. Estos conceptos son el pensar todos juntos, el trabajo en equipo, el hecho de considerar todas las ideas como posibles soluciones al problema (por muy descabelladas que parezcan en un principio) y, sobre todo, el perder el miedo a pensar.
La charla de Miguel Luengo me hizo reflexionar mucho acerca de qué hay exactamente detrás de la aplicación del Design Thinking. Me sorprendió mucho el caso en el que los niños observan que la altura de las papeleras de los parques es un problema para ellos y se les da la responsabilidad y la capacidad para poder cambiar ese problema. Nunca me había parado a pensar en este problema pero es cierto que, desde que nacemos, se nos acostumbra a pensar y a actuar de una forma dirigida siempre a contentar y satisfacer a los mayores. Quizás es por esta razón, que es tan complicado pensar y actuar de manera diferente a los demás cuando somos mayores sin sentirnos como "bichos raros" o como si nos encontrásemos fuera de la línea general de actuación o de pensamiento. Esto es un grave problema ya que nos estamos perdiendo grandes cantidades de creatividad que, bien encaminada, podría conducir a mejores resultados en todos los ámbitos posibles: social, empresarial, familiar, educacional...
En mi opinión, este problema (como la mayoría) debe resolverse desde la raíz, eliminando esa dependencia de las personas mayores que se impone a los niños desde pequeños y, tal y como dijo Miguel, dándoles una serie de herramientas para que puedan usarlas, pensando y resolviendo sus problemas por sí mismos. Esta forma de actuar, probablemente, conduciría a personas más imaginativas en el futuro, con una mayor capacidad de búsqueda de soluciones arriesgadas y con un mayor potencial y con una actitud hacia los problemas totalmente proactiva. El resultado de estas "nuevas personas" no sería otro que una mejor sociedad, mejores empresas y, en definitiva, un mundo mejor.
Las personas tendemos a aprender a hacer algo y a repetirlo constantemente. Somos "ahorradores de esfuerzo" por naturaleza. En relación con esto, existe un riesgo evidente a la hora de aplicar un método para la resolución de la problemática que sea, que no es otro que repetir ese método perdiendo el motivo o la raíz que dió lugar a la creación del mismo. Y esto, en cierto modo, ocurre frecuentemente con el Design Thinking.
Una tentación que se puede tener a la hora de aplicar Design Thinking en la resolución de un problema es el de aplicarlo sin tener en mente por qué se está aplicando cada fase del proceso (las fases se muestran en la figura anterior). Por ejemplo, hacer un brainstorming porque en esa fase del proceso "toca hacer un brainstorming" o hacer una serie de entrevistas a no se sabe bien quién para conseguir una información (no se sabe bien cuál) y preguntando una serie de preguntas típicas y estándares, todo esto con el fin de empatizar con el otro (frecuentemente el cliente) para conseguir una solución (o un producto) más satisfactorio para él. Detrás del método del Design Thinking hay una serie de conceptos que van mucho más allá y que son mucho más importantes que la aplicación del propio método. Estos conceptos son el pensar todos juntos, el trabajo en equipo, el hecho de considerar todas las ideas como posibles soluciones al problema (por muy descabelladas que parezcan en un principio) y, sobre todo, el perder el miedo a pensar.
La charla de Miguel Luengo me hizo reflexionar mucho acerca de qué hay exactamente detrás de la aplicación del Design Thinking. Me sorprendió mucho el caso en el que los niños observan que la altura de las papeleras de los parques es un problema para ellos y se les da la responsabilidad y la capacidad para poder cambiar ese problema. Nunca me había parado a pensar en este problema pero es cierto que, desde que nacemos, se nos acostumbra a pensar y a actuar de una forma dirigida siempre a contentar y satisfacer a los mayores. Quizás es por esta razón, que es tan complicado pensar y actuar de manera diferente a los demás cuando somos mayores sin sentirnos como "bichos raros" o como si nos encontrásemos fuera de la línea general de actuación o de pensamiento. Esto es un grave problema ya que nos estamos perdiendo grandes cantidades de creatividad que, bien encaminada, podría conducir a mejores resultados en todos los ámbitos posibles: social, empresarial, familiar, educacional...
En mi opinión, este problema (como la mayoría) debe resolverse desde la raíz, eliminando esa dependencia de las personas mayores que se impone a los niños desde pequeños y, tal y como dijo Miguel, dándoles una serie de herramientas para que puedan usarlas, pensando y resolviendo sus problemas por sí mismos. Esta forma de actuar, probablemente, conduciría a personas más imaginativas en el futuro, con una mayor capacidad de búsqueda de soluciones arriesgadas y con un mayor potencial y con una actitud hacia los problemas totalmente proactiva. El resultado de estas "nuevas personas" no sería otro que una mejor sociedad, mejores empresas y, en definitiva, un mundo mejor.
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